Cae el sangriento firmamento sobre el paraíso, nuestro lugar de ensueños perdidos no es apto ya para los quiméricos ritos de la noche. Porque mientras se extiende el miedo entre nosotros, brota de nuestra alma una solitaria gota de ácido purgante de pulsiones morales en un mar inasible de pecados. La propia sangre del hombre comienza a drenar de un cósmico precipicio que ni Gabriel pudo sobrevolar, cubriendo como un manto el vacío sideral.
...y puedo sentir el horror...
...pero no podemos invocar a quien odiamos...
...ni al Nazareno que cayó antes que nosotros...
Tal como Ícaro, por el ferviente deseo de llegar a la cima, fuimos alcanzados por las abrasadoras llamas ardientes del sol, y caímos incinerándonos...miles y miles años... hacia donde nadie se atreve a llegar, al pozo sin fondo despojados de nuestras extintas dignidades donde solo cae una lluvia de fuegos sacros e infernales.
...y puedo sentir los gritos de Nebirus...
...puedo oler el hedor de los vientres abiertos...
...las llagas en los cuerpos de niños...
En aquel valle de sombras aún podemos respirar la ira del Señor, que se cierne como látigos sobre nosotros, los condenados obreros de la hermandad de Sirius. Esperaremos unidos eternamente el paso en falso de su gemelo Lucifer y con nuestras legiones, ante nuestros ojos lo veremos caer junto las invencibles hordas de Amon.
By Wizard
No comments:
Post a Comment